miércoles, 4 de diciembre de 2013

Las orillas del Arkansas

 

 

Tulsa, Oklahoma

Desde Kansas City, Kansas, hacia el sur por la US-69 S, se llega a la esquina inferior del estado, donde nos incorporamos a la I-44 W hasta Tulsa, Oklahoma. La I-44 W no lo parece, pero... es la ruta 66. La famosa ruta 66, de Chicago a Los Ángeles, que ya no existe como tal, pero sí para los turistas. De hecho, la misma US-69 es una de las que sustituyeron a la US-66.
Cuando se viaja en coche, cuando el objetivo es el viaje en sí mismo y no el destino final, uno aprende a diferenciar los viajes de los desplazamientos. Y los viajes que mejor recuerdo dejan son, normalmente, aquellos en los que cambias de destino. Por ejemplo, de Kansas City, Kansas, a Oklahoma City se puede ir por Wichita, por la autopista interestatal I-35, pero ¡qué caramba!, quería aprovechar la oportunidad de ir a Tulsa. De hecho, dudaba entre ir, desde Tulsa, hacia el oeste, a Oklahoma City, o al sureste, a Litte Rock, Arkansas. Hacia los desiertos y los vaqueros o hacia los pantanos y el algodón. Finalmente, decidí ir a Oklahoma, pero quiero aprovechar que Tulsa está a orillas del río Arkansas (y que me pirran los puentes) para contarles un par de historias de los puentes del Arkansas.

El río Arkansas, por supuesto, es el clásico río de las praderas: ancho. El 2 de febrero de 2011 ofrecía este aspecto, precisamente en Tulsa:


A medio camino entre su nacimiento, en las Montañas Rocosas, y su desembocadura en el Mississippi. Creo que se hacen una idea de cómo es el Arkansas.

Por cierto, que con este río ocurre algo que quizá les suena: Kansas opina que Colorado se queda con demasiada agua, y los pleitos entre ambos estados son constantes.

A las afueras de Tulsa, el Arkansas recibe las aguas del río Cimarrón (el nombre se lo pusieron los españoles, obvio). La primera de las historias ocurrirá en este afluyente (aunque ocurra cerca de Oklahoma City, permítanme que se la cuente hoy). El 18 de septiembre de 1906, en Dover, se derrumbó un puente mientras pasaba un tren de pasajeros; se ve que la presión de la corriente y el tren fue demasiado. ¿Un fallo de la ingeniería? Bueno, depende. El puente era una construcción temporal, pero se había construido ¡en 1889! ¿17 años de contrucción temporal? Ya les valía. En fin, algunas fuentes hablaron de más de 100 muertos, y figura entre los peores accidentes ferroviarios del país; pero otras fuentes dicen que en realidad sólo hubo 4 muertos. Yo no estuve, y no sé qué pensar. Salvo, claro, que no hay que culpar al ingeniero.

Pero estábamos con el Arkansas, un poco aguas abajo de Tulsa. El 26 de mayo de 2002, el puente de la autopista I-40. Es un poco difícil de explicar, porque aquí no estamos acostumbrados a puentes así. El caso es que ese día, el veterano capitán de un remolcador sufrió un desmayo, perdió el control y chocó contra una de las pilas del puente; resulta que el barquito iba contracorriente, y las protecciones de las pilas estaban (¡qué cosas!) en el lado donde pega el río.

Ahora bien, el puente no era el que había aguas abajo: 

(foto extraída con permiso del blog http://smithsonsofok.blogspot.com.es/2010/12/old-photos-part-3.html, que cuenta la historia de los Smithsons de Oklahoma)

No, el puente de la I-40 era otra cosa. Un puente de verdad; vean, por favor, las fotos en la página http://bonovita.bravepages.com/News_Tidbits0718%20%20I40%20bridge%20photos.html. De hecho, quizá les dé una idea de la importancia que tenía el puente es que se reconstruyó en sólo dos meses. Y se habían previsto seis, aunque, por favor, juzguen ustedes viendo las fotos cuánto se habrtía tardado en nuestro país.

Este accidente ocurrió en la era de Internet, por lo que hay muchísima información disponible, que les animo a consultar. Por ejemplo, aquí tienen un vídeo del cruce del Arkansas por este puente. 

Claro que si contamos que el remolcador estaba empujando dos barcazas que cargaban 1.500 toneladas... En fin, cosas de los grandes ríos.

La tercera historia que quería contarles incluye a seis puentes como protagonistas, más o menos; es, en realidad, una historia de la Conquista del Oeste. En una historia de 1850, setenta años antes de la ruta 66. Si me han leído las entradas anteriores de Ohio, habrán notado que por aquella época el interés por cruzar el Ohio se basaba en el interés por avanzar hacia el Oeste desde el Norte. Pues bien, ese interés también existía en el Sur. El Sur, que en su manera civilizada y loqueelvientosellevóana terminaba en Arkansas, ustedes me entienden. Y la población en el límite oeste de Arkansas era Fort Smith, a la altura del paralelo 35. Casualidad o no, Los Ángeles se encuentra en el paralelo 34, y a los sureños se les ocurrió establecer una vía de comunicación desde Fort Smith a lo largo del paralelo 35. Para lo cual, entre otras cosas, tendrían que cruzar el caudaloso Arkansas y ríos similares en varios puntos (tiene muchos meandros).

Hay que decir que los sureños no eran tontos: querían que el flujo al Oeste pasara por sus tierras, y estaban convencidos de que la ruta que iban a abrir iba a ser la favorita de los inmigrantes.

Fort Smith, no hace falta decirlo, era originalmente un fuerte y luego una importante base militar contra los indios y los mejicanos; cuando el ejército abandonó el fuerte, llegaron los civiles y mantuvieron el nombre. En cualquier caso, es una de esas poblaciones ribereñas que pertenecen a dos estados. Es igual, la cosa es que Oklahoma, en aquella época, era territorio indio, y el hombre adecuado para liderar la expedición que abriría el camino era el teniente Beale.

Beale no es muy popular en España hoy en día, por eso lo cito. Edward Fitzgerald Beale es uno de los personajes especiales que pulularon por Norteamérica en el siglo XIX, uno de esos tipos irrepetibles. El dato de que se encomendara la tarea de abrir el nuevo camino a Beale nos da una idea de la dificultad de la empresa.

Por cierto, ¿saben qué empleó Beale com animales de carga? No lo adivinarán... camellos. El Cuerpo de Camellos. Para atravesar esos desiertos eran animales excelentes, pero tenían el inconveniente de que asustaban a los caballos y las mulas, y a la larga el Ejército desechó su empleo. Pero Beale no.

A lo que vamos. Lo primero que uno se encuentra al salir de Fort Smith es el río Poteau. Fort Smtih está en un meandro cerradísimo del río Arkansas, pero tiene la mala suerte (o no) que por dentro del meandro llega el río Poteau (eso sí, un río ya más manejable); para ver lo que quiero decir, pinchen aquí

Pues bien, lo primero que uno tiene que hacer para ir de Fort Smith a California es cruzar el río Poteau, luego el río Arkansas, luego... imagínenselo. Pero ahora, imaginen algo más. Se meten ustedes en territorio indio. Va usted a construir un puente, cruzarlo y seguir, y dejar atrás a los indios y a su puente. No hay problema, siempre que los indios no se enfaden, decidan destruir el puente... y el puente sea de madera. Como usted sólo puede jugar con una variable, lo tiene claro: nada de puentes de madera. De nuevo, ningún problema, salvo que estamos en el Salvaje Oeste en 1859, todavía en la era pre-Bessemer. Los puentes han de ser de hierro. Fácil de decir, no fácil de hacer, porque no se fabrican puentes de hierro en el Fuerte Smith. Ergo, hay que hacer puentes de hierro en, pongamos, Pensilvania, y traerlos desde allí hasta el Poteau, luego hasta el Arkansas, etc. Y si ya de por sí es difícil un puente sobre el río Arkansas, pues imagine la papeleta.

1859. ¿Cómo llevaron los puentes? Bueno, para empezar se fundió en piezas "pequeñas" para que se pudieran transportar en carromatos. Y al llegar al Arkansas, el transporte fluvial también servía. Y, a todo esto, ¿los indios? Pues no entendían nada, los pobres. Cuenta la prensa de la época -era un proyecto nacional- que llegaban hasta las cajas, se sentaban encima y se fumaban sus pipas meditando sobre los absurdos del hombre blanco. En fin. Por los relatos, parece ser que el puente sobre el Poteau, el primero, no era de los colgantes sino de dos vanos (el río tiene unos 80 m de anchura ahí). Pero en 1861 estalla la guerra civul, y... no hay fotos. No se sabe qué pasó, pero nos lo imaginamos. Y destino y conocimiento parecido corrieron todos los demás; en 1896 un informe oficial lamentaba su pérdida y la explicaba con la falta de mantenimiento. Lástima.

Ahora piense en nosotros. Imagine que en España, en 1859, fabricásemos puentes de hierro a más de 2.000 km de su destino y los transportásemos a traves de desiertos, por tierras hostiles,... No sé, 11 años antes nuestro mayor logro fue construir 30 km de ferrocarril entre Barcelona y Mataró... Ya digo, si lo de los norteamericanos es admirable ya de por sí, la comparación con España...

¿Porqué caen tan mal en nuestro país? ¿Envidia, quizás?

Creo que a todos nos convendría pasar una tarde a orillas del Arkansas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario