miércoles, 28 de marzo de 2012

El camino a la Final Four


En Estados Unidos, ese grande y hermoso país, hay un porrón de universidades y escuelas equivalentes. Unas 1.200 de ellas forman una asociación de deportes universitarios, denominada la NCAA. La cual organiza diversas competiciones en los deportes más variados.

La NCAA se autodivide en tres divisiones. La primera división, como es lógico, es la más fuerte: se juega en serio y son frecuentes las becas de deportes. La tercera división, por el contrario, es la más amateur (y la más numerosa: unas 450 universidades), mientras que la 2ª división es un nivel intermedio. A mí me pirra el torneo de baloncesto masculino de la primera división. Lo que en España se llama, normalmente, "la NCAA". "Normalmente", por supuesto, dentro de los aficionados al deporte. 

Esta División I la forman unas 335 universidades, que compiten entre sí en diversas ligas, cada una con sus equipos, sus reglas y todo eso. Los campeones, y unos cuantos más que resultan invitados, acuden al torneo final. El torneo de la NCAA propiamente dicho, que en Estados Unidos se denomina "la locura de marzo". Y con razón. 

Este torneo lo juegan cada vez más equipos; actualmente son 68. 8 De ellos se juegan una eliminatoria previa, y quedan 64. Éstos se dividen, por cercanía, en cuatro "conferencias", Este, Oeste, Sur y Medio-Oeste. Sí, ya sé que suena raro, pero es que en Estados Unidos el centro está en el norte de la costa atlántica; en Nueva York, más o menos. Es decir, el centro de las colonias fundadoras. Así que, a partir de ahí está el Este (ellos), el Sur, el Oeste (muy muy lejos del Este) y el Medio Oeste (lejos del Este, pero no tan tan lejos del Este). Como chascarrillo, antes la NBA eran las conferencias Atlántico, Pacífico, Central y Medio Oeste. Georgia, Ohio y Michigan, por ejemplo, eran de la Central. Y ahora Menfis, Nueva Orleans y Minnesotta son de la conferencia Oeste.

Bien. Los fines de semana de marzo (jueves a domingo) se juegan las eliminatorias. A partido único. Primero, de los 64 sólo quedan 32. Y tras la segunda ronda, de los 32 sólo quedan 16. Las 16 mejores de las 1200 universidades. Canela fina. A estas 16 se las denomina "las dulces dieciséis"; conseguirlo ya es algo que queda registrado en la historia de esa universidad.

La siguiente ronda son las semifinales regionales. Quedarán 8: "los ocho de la élite". Aquí ya no hay jugadores aficionados. Todavía quedan blancos, pero son o bases pequeñitos y endiablados o pivotes de 2,50 totalmente desgarbados. Salvo éstos, todos pretenden ya vivir del baloncesto.

Cuando se jueguen las finales regionales quedarán los cuatro campeones. Todos carne de NBA. Y juegan la archifamosa "Final Four". Finalmente, saldrá un campeón; para su universidad, la gloria absoluta.

Es decir: de las 1.200 universidades, 330 juegan la I División. Las 68 mejores juegan el torneo final. Eliminatorias a partido único. O ganas y sigues, o se acabó la temporada.

Son partidos con muchos nervios. Los jugadores tienen 19, 20, 21 años los mayores, 22 años los abuelos. Y el entrenador , que se juega su sueldo, les grita, y les grita mucho. Con razón en la final del año pasado me parece que el subcampeón no consiguió encestar una sola canasta en los últimos 16 minutos…  
También son frecuentes las sorpresas. A partido único, todo es posible. Jamás el nº 1 ha perdido ante el nº 16, pero sí el nº 2 ante el nº 15. Y muchas más sorpresas por delante, no es que lleguen cuatro desconocidos a la Final Four pero sí a los Dulce Dieciséis, y también a los Ocho de la Élite. El resultado es que es una locura. Si avanzas, avanzas muy rápido; si llegas a los 64 y ganas dos partidos estás entre los 16 mejores. Por cierto que cuatro veces el nº 16 ha perdido por cuatro puntos o menos ante el nº 1. Y en una de ellas, en 1990, ¡forzó una prórroga! (los americanos, que lo registran todo). Ésta es probablemente una de las cosas que hace tan atractivo el baloncesto universitario: los grandes dominan el cotarro en general, pero aceptan que otros equipos ganen y ellos pierdan. Por ejemplo, Kentucky ha llegado 52 al torneo final, ha sido 43 veces "dulce dieciséis", 34 "8 de la élite", 15 veces en la Final Four y 7 campeonatos. Y, sin embargo, acepta sin problemas que la eliminen. Quizás el entrenador no pueda volver a pisar Kentucky, pero no intentan cambiar las reglas del torneo; asumen perfectamente que de vez en cuando perderán y que lo normal será que no ganen. 
Otra cosa a destacar es que en la competición todavía quedan aficionados; no son todos baloncestistas en ciernes, sino que la mayoría son chavales que les gusta el baloncesto pero su objetivo es licenciarse en Políticas, Biología o Náutica. Porque aquí se mezclan todos: los grandes, como Duke o Syracuse, los pequeños pero matones como Marquette o Vanderbilt, y los totalmente aficionados como Lehigh o Creighton. Unas universidades tiene fama de potentes, y eso se traduce en que los mejores jugadores de los institutos quieren que las bequen ésas, y otras no tienen fama de generar ganadores, y nadie se apunta ahí para ser profesional de la canasta. Claro, como en todo, el león grande come más y mejor que los demás y por eso siempre es más fuerte. No se puede comparar la Universidad de California-Los Ángeles con la Estatal de San Diego. Porque ésa es otra: hay tantos equipos que, por fuerza, cada año salen nombres nuevos; para el profano, la NCAA es un guirigay de nombres, y no confundan la universidad de Indiana con la universidad estatal de Indiana, por favor. 
El otro día, Lehigh eliminó a Duke. Puede que eso no les diga nada, pero es como si el Valdemolinos eliminara al Real Madrid. Como en todo, hay algunos equipos que son "clásicos", e incluso "superclásicos": Kentucky, Kansas, Misouri, North Carolina y Duke, por ejemplo. Bueno, pues Lehigh eliminó a Duke (y yo ví el partido). Una pequeñísima universidad de Pennsylvania, cuyo deporte fundamental es la lucha libre. Ninguno de sus jugadores iba a dedicarse al baloncesto. Casi todos blancos, obviamente. Y eliminaron a Duke, nº2 de la conferencia Oeste (aunque Duke está en Carolina del Norte). Los de Duke, por supuesto, todos negros y bestiales, comandados por el gran Austin Rivers, hijo de Glenn Doc Rivers, el entrenador de Boston. Luego Xavier eliminó a Lehigh, pero no importa. Habían quedado entre los 32 mejores. Ninguno se dedicará a esto, pero todos se lo contarán a sus hijos y nietos. Mientras que a los de Duke… había que verles la cara. Y Xavier es otra que tal baila, pequeñita pero consiguió quedar entre los Dulces Dieciséis (y así lo publicitan en su web). 

Y es que para muchos de los jugadores negros es o triunfar en el baloncesto o barrer oficinas. Y a los de Duke un 70-75 (en los últimos segundos entraron los tiros libres) me temo que les separó, más que de la gloria, del futuro.

En resumen, los partidos son entretenidísimos. Cada universidad va con sus animadoras y su banda de música, sus ultraforofos,… Pero la NCAA se juega a partido único. Sólo puede quedar uno, y a veces saltan las sorpresas. Ya digo, es una competición diseñada no para que gane el más fuerte sino para que todos tengan una oportunidad, y la tensión se masca en cada minuto de cada partido. Anteayer vi Florida contra Louisville (que también es una universidad de Kentucky) para ver quién iba a la Final Four. El favorito era Louisville (entrenada por Rick Pitino, con eso basta). Pero Florida se puso por delante. Y siguió delante. A mediados de la segunda parte ganaban de trece y casi todo Louisville tenía problemas de faltas. Su base titular caía eliminado poco después. A Rick Pitino se lo llevaban los demonios. Los caretos de uno y otro banquillo, de las aficiones…

No sé porqué dieron por muertos a los de Louisville. Dejaron a Florida en 3 puntos más y les ganaron 72-68. ¿Qué quieren que les diga? A mí me daba igual quién ganara, hubo pocas canastas y no hubo jugadas espectaculares, pero… mil veces mejor que la NBA (que la ACB o las euroligas ya ni les cuento).

Es deporte en estado puro. Sin espectáculo. Sólo deporte.

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